Tuesday, 1 December 2015
#WritealetterthisXmas
It has been a while since I wrote a letter to somebody. But for years I exchanged them with friends until, with the advent of email, writing letters became more of a rarity with longer and longer periods in between. I never took a decision to stop writing letters, but it happened all the same. And emails never replaced the joy of opening the postbox and finding a handwritten letter with your name on it, physical evidence that you had been somebody's undivided center of attention.
Recently we had to empty some shelves at home and I found a couple boxes full with old letters. A huge bunch of colourful envelopes of all sorts and sizes from a magnificent variety of people, including friends, siblings, parents and cousins. And spanning many years from as early as 1990, which is when I first went to England on my own until pretty much a couple of years ago. Just imagine the joy of rereading what was sent to me twenty or twenty five years ago! Rediscovering things that had long been forgotten. Savouring the choice of papers, admiring the myriad stamps and, at times, struggling to decipher the one or the other word or sentence. Did this or that joke have a second meaning at the time?
Many letters from special senders were nicely and meticulously packed by year. Others, mostly Christmas cards ans postcards, were just piled ones of top of others waiting to be sorted. For years. That is, until last week.
It is literally impossible to find such a treasure and leave it aside without opening the one or the other envelope. And once you start, it gets addictive! While rereading a couple of letters of somebody that I met 19 years ago, I was made aware that her birthday was just less than a week away. Normally these days this would have been a case for a hastily taken photo and a quick email message. But then, fortunately, I paused a few seconds to think. Would it not be best to return some of the joy I had just had? So I sat down in the kitchen and wrote a fully fledged letter. Two A4's pages. Double sided. Which, with my small handwriting, means a fair amount of catching up and, I'm pretty sure of this, an unexpected surprise for her.
So this got me thinking, would it not be great if this year I send letters to some dear friends besides the electronic greetings? Even better, would it not be fantastic if I convince others to follow suit and send letters as well? Not just to me, but to whoever they want to. This would spread the joy to many others. These days of social networks many things get viral, so why not this? Well, if you ask me, definitely worth trying...
And then I had yet another idea, what would my friends feel if I pick up one of their letters from twenty years ago and I send them along with mine? I know I would certainly like to receive copies of old letters of mine, and if anybody ever kept them and happens to be reading this, by all means, please go ahead!. I never kept a diary so this would be the closest to it, reading the thoughts of the younger me (or lack thereof!).
Right, the challenge is out, the hashtag is there, spread the message to your loved ones and, above everything else, #WritealetterthisXmas.
#EscribeunacartaenNavidad
Hace mucho desde la última vez que escribí una carta. Pero durante muchos años estuve intercambiándolas con mis amigas hasta que, con la llegada del correo electrónico, escribir cartas se fue convirtiendo en algo más raro y cada vez más espaciado en el tiempo. Y sobra decir que los mensajes electrónicos nunca llegaron a reemplazar completamente la alegría de abrir el buzón y encontrar una carta con tu nombre escrito a mano, evidencia más que palpable de que alguien había estado pensando en ti unos días atrás.
Hace poco hemos tenido que vaciar unas estanterías en casa, y he encontrado unas cuantas cajas llenas de cartas antiguas. Un maravilloso conjunto de sobres de todas las formas, tamaños y colores, llegados desde y a muy diversas partes del mundo por mis hermanos, mis padres, algunas primas y muchas buenas amigas. Las cartas más antiguas se remontan a 1990, que es cuando fui a Inglaterra por primera vez, y van hasta hace un par de años. Imagínate el placer de releer cartas que me mandaron los que yo más quería hace veinte o veinticinco años. Volver a recordar cosas ya olvidadas, saboreando el tacto del papel, impresionado por la variedad de sellos y, a veces también, intentando descifrar la letra del que me escribía. O intentando adivinar los dobles sentidos de algunas frases y bromas sin sentido evidente hoy en día.
Las cartas de algunos remitentes especiales estaban primorosamente empaquetadas, un paquetito para cada año. Otras, sobre todo tarjetas de cumpleaños y de navidad, estaban amontonadas esperando a ser ordenadas. Esperando durante años, justo hasta la semana pasada.
Es impensable (e imposible) encontrar un tesoro semejante y dejarlo a un lado sin abrir algún que otro sobre. Y una vez que empiezas a leer, no hay forma de parar. ¡Es una adicción! Al leer algunas de las cartas de alguien a quien conocí hace 19 años en Moscú me di cuenta de que su cumpleaños era dentro de unos pocos días. Lo más fácil hoy habría sido mandar un mensaje electrónico, quizás con alguna foto actual. Pero por suerte me paré a pensar un momento. ¿No sería mucho mejor compartir el placer que acababa de disfrutar? Dicho y hecho, me senté en la cocina y empecé a escribir igual que antaño. Un rato después había completado dos folios por las dos caras, lo cual da para bastante teniendo en cuenta el tamaño minúsculo de mi letra. Estoy seguro de que habrá disfrutado con la sorpresa unos días más tarde.
Pensando, pensando, ¿por qué no hacer lo mismo con otra gente y mandarles este año una carta en vez de una felicitación electrónica? O mejor incluso, ¿convencer a otros para que se unan en esta loca petición para volver a escribir cartas? Las cartas no tienen que estar dirigidas a mí, claro, sino a quien cada uno desee, y cuantos más se unan, mejor. En estos tiempos de redes sociales y videos virales, por qué no hacer viral un reto para escribir una carta y alegrarle a alguien el día. Por lo que a mí respecta, merece la pena intentarlo.
La siguiente idea es más increíble si cabe, ¿por qué no introducir una carta antigua de las de hace veinte años en el sobre en el que mando mi carta? A mí encantaría recibir tales cartas (si alguien que lee esto tiene alguna carta mía de entonces, ¡adelante!) Nunca tuve un diario, así que posiblemente esto sea lo más parecido que pueda tener para recordar los detalles de lo que andaba por mi mente entonces (¡suponiendo que hubiera algo en mi mente entonces!).
En fin, el reto está lanzado, el hashtag está ahí, así que sólo queda compartirlo y, por encima de todo, #EscribeunacartaenNavidad
#WritealetterthisXmas
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